Fernando Moreno

Más vale tarde que nunca

¡Desde luego, no era fácil asumir de los concertados, “en democracia”, dada su hipoteca político -ideológica de Unidad Popular, y sus no menos ideológicas (o, simplemente ramplonas ambigüedades)

Por: Fernando Moreno | Publicado: Martes 12 de abril de 2011 a las 05:00 hrs.
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¡Desde luego, no era fácil asumir de los concertados, “en democracia”, dada su hipoteca político -ideológica de Unidad Popular, y sus no menos ideológicas (o, simplemente ramplonas ambigüedades) -no ajenas a una política, no de Bien común, sino del Poder (con todos sus ya conocidos beneficios)- asumieran moralmente la exigencia práctica de poner término al mayor atentado a la “buena vida humana del pueblo chileno y a su “unidad de paz”
en toda su historia. Pero, “a poco andar”, luego del indispensable proceso de restitución social, legal y política, los siempre ávidos de Poder, invocando con objetiva hipocresía, la Democracia y los “Derechos Humanos”,
al menos hasta fines del año 2010, lograron dos de sus tres objetivos: el robo o saqueo del erario nacional (Tribasa, MOP, EFE) y la instauración, bajo etiqueta de Concertación y Democracia, de una renovada (y soft) Unidad Popular.

Ahora bien, habiéndose, dolorosamente, resignado a la pérdida (relativa)

del Poder, con sus beneficios y prebendas, y a pesar del fiasco de los dos Informes Valech (por ejemplo), los Concertados no han cejado en la “denuncia” por los “derechos humanos”, aferrándose, mentirosamente, a la culpabilidad de miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden y a su, de hecho, ignominioso castigo.

Por su parte, el actual presidente de la República, Sebastian Piñera, ha recordado la dignidad natural de todo ser humano y su debida consideración, por consiguiente. Y esto, con referencia a los miembros de las Fuerzas Armadas aún hoy, injusta e ignominiosamente recluidos (y castigados…).

Pero, ¿no podría el presidente de la República dar “un paso más allá” y concluir, a partir de su “premisa humanista”, con el peso de la Verdad y la Justicia, el aplicar su Facultad de Indulto Presidencial?
No se trata, en ningún caso, de atentar al Bien Común, cuyo encargo tiene la máxima autoridad de la Sociedad Política Chilena. ¡Al revés! Está en cuestión aquí no sólo el respeto, sino la realización misma de dicho Bien.

Y, por otro lado (no ajeno a la exigencia en cuestión), ¡quién podría dudar que si no hubiese operado la intervención militar contra la Unidad Popular y Allende, ni Sebastián Piñera, ni ninguno de los agentes de la llamada transición a la democracia habrían estado donde han estado desde 1990; y tal vez no lo estarían pura y simplemente: ni en cargos y prebendas y, por supuesto -al menos algunos- vivos o en libertad.

¿Se habrá apreciado debidamente el contraste entre la entronización de Girardi como presidente del Senado de la República de Chile, uno de los personajes más tenebrosos de nuestra historia, y el profundo castigo a quienes so pretexto de derechos humanos, incluídos “delitos” forjados con el patrocinio de Informes Valech y la perversa “ley de secuestro permanente”?
¿No estamos -como bien ha dicho el Almirante J. P. Arancibia. R.- frente a “una venganza sin límites por parte de algunos, y de una cobardía increíble por parte de otros; venganza y cobardía, frente a las cuales (también yo) me permito expresar mi más profundo desprecio”?

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